En términos positivos habría que destacar que en esta Cumbre, después de mucho tiempo de hacer oídos sordos a la necesidad de generar crecimiento en Europa, se han aprobado algunas medidas que, si se aplican con rapidez, podrían dar un pequeño respiro a la situación de extrema gravedad económica de la UE. En concreto nos parece importante la decisión que abre la posibilidad de recapitalizar directamente los bancos pues, como señala textualmente la Declaración, servirá para romper “el círculo vicioso entre bancos y emisores soberanos”. Una decisión que nos afecta muy directamente que hará que el rescate bancario a nuestro país pueda no computar como deuda como reclamamos.
El documento de Conclusiones, por otra parte, incluye un “Pacto por el crecimiento y el empleo”, cuya medida más novedosa es la decisión de movilizar 120.000 millones de € para “apoyar medidas de crecimiento de efecto rápido”. Esta cantidad representa aproximadamente el 1% del PIB de la UE. Se corresponde, por tanto, con la propuesta que el movimiento sindical europeo representado en la CES venimos planteando desde antes del Congreso de Atenas.
No hay muchos más elementos positivos que podamos destacar ya que la austeridad sigue siendo el eje central en torno al que giran todas las políticas de la UE. Nos gustaría pensar que las decisiones que destacamos constituyen una señal de que estamos en el principio del fin de una etapa negra para el proyecto europeo y para los trabajadores y ciudadanos europeos.
En cualquier caso hay que esperar el desarrollo de los acuerdos tomados, pues desde el Consejo se ha insistido mucho en la condicionalidad para la aplicación de los mismos y mucho nos tememos que esto signifique más políticas de ajuste.