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La otra mañana nos desayunábamos sabiendo que los dueños de las grandes constructoras españolas ? sí, los mismos que nadaban hace poco en la abundancia ? temen ser acusados de pedigüeños si se les ve por los alrededores del palacio de la Moncloa. ¿Quizás sea un acto fallido de estos señores?, porque la verdad, no habíamos tenido esa percepción hasta que ellos mismos ? según los medios ? han reconocido, que lo que desean es ir a la Moncloa, pero sin luz ni taquígrafos, vamos, de tapadillo.
Pues sigo sin comprender este afán de ocultar una visita al Gobierno. Tal vez pretendan silenciar sus peticiones, o las consideren tan desmesuradas para estos tiempos y teman que la sociedad les caiga encima, no por pedigüeños sino más bien por insolidarios.
Porque si lo que pretendían plantear al Presidente es como generar más actividad, más empleo y más seguridad, nadie debería sentirse temeroso por ello sino mas bien sacar pecho y gritarlo a los cuatro vientos a la sociedad, para ver si entre todos somos capaces de poner en marcha la recuperación de la economía.
Pero a la vista de lo que ocurre en este país, estas noticias parecen sacadas de alguna película del inolvidable Buñuel, cuando retrata la oscura historia de nuestro país. Esos personajes que andan por los caminos de la España profunda, pues ahora, todos ellos con ternos de última moda andan rondando el poder para seguir en su línea de ganar ganar.
Y no menos preocupante son otras noticias del diario, sobre la violencia de los hijos para con sus padres: esos jóvenes que están encontrando la vida medio hecha y que tanta facilidad les conduce a la violencia doméstica.
Como la que sufren otros muchos jóvenes, que ven como su preparación sólo les sirve para puestos de trabajo mal cualificados o sin cualificar, con contratos temporales, salarios más bajos y peores condiciones que el resto de sus compañeros.
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